Los mineros atrapados y rescatados en Chile y el Cursillo

      Queremos compartir con ustedes esta reflexión que nos envió nuestro hermano Cursillista Fernando Parra desde Sevilla España, él hizo esta hermosa reflexión mientras miraba en la televisión el rescate de los 33 mineros y quizo compartirla con nosotros, también hacemos extensivo sus saludos a todos los hermanos Chilenos...




"Los mineros atrapados y rescatados en Chile y el Cursillo"


¿Qué tendrá que ver una cosa con otra? ¿Por qué sacar a colación esa relación tan absurda?

La idea me vino esta tarde cuando veía en el Telediario, entre emocionado y sorprendido, cómo la lista de los 33 mineros con sus fotos en blanco y negro iban convirtiéndose en fotos a color a medida que la locutora pronunciaba su nombre al haber sido rescatado

Este hecho intrascendente me dio que pensar. ¿No es al fin y al cabo el cursillo una especie de “operación rescate” de personas que vivían en la oscuridad para invitarlos a salir a vivir una vida luminosa? ¿No eran esas fotos en blanco y negro que se convertían en fotos “de colores” la plasmación de una transformación profunda que se iba dando en cada persona y que nosotros hemos visto palpablemente en cada cursillo?

La imagen se me hizo más nítida cuando comprendí que esa y no otra es nuestra misión; no sólo del MCC sino de toda la Iglesia. Anunciar a los que viven en oscuridad que hay otra vida más feliz, más libre, más luminosa. Proclamar que aunque vivas sin luz, atrapado en una situación desesperada, siempre hay Alguien que sabe, quiere y puede hacerte salir de ahí.

Cuando veía a algunos mineros dando las gracias y, de rodillas, rezando a Dios, comprendí que nadie que no haya estado atrapado durante más de dos meses en una trampa mortal puede comprender lo que es volver a respirar el aire puro, nadie que no haya vivido de noche puede sentir la alegría que da sentir los rayos de sol en el rostro.

Y estos mineros ¿Por qué daban gracias a Dios antes que nada?

¿Era quizás Dios quien había inventado ese sofisticado ascensor que los había rescatado de las profundidades? ¿Era Dios quien no había desesperado, quien no había reparado en gastos por salvarlos? ¿Era Dios quien los había mantenido con aire y alimentos allá abajo a la espera de que se acabara el túnel?

No, no era Dios mismo. Pero, a la vez, sí era Él. Porque, como alguien dijo : la Providencia de

Dios somos los hombres.

Y de esa Providencia nosotros somos testigos excepcionales. Pregúntate si no ¿De cuantos pozos oscuros han salido , tras hacer el cursillo ,tantos y tantos hermanos que conocemos con nombres y apellidos? ¿De cuántas vidas sin horizonte regresaron? ¿Cómo fue el antes y el después?

Pregúntate y recuerda ¿Cómo actuó Dios para rescatarlos de esa catástrofe que se cernía sobre su vida? ¿De qué circunstancias y de qué personas se valió?

Y nosotros hoy decimos que es difícil encontrar “candidatos” para un cursillo… ¿Qué pasa, que la gente prefiere seguir viviendo a oscuras, mal olientes, sin libertad para ir y venir? ¿O somos nosotros los que no queremos preocuparnos de esos hermanos nuestros que “siguen vivos allí abajo” porque pensamos que no se puede hacer nada por ellos?

Me fijé en que, antes de que saliera ningún minero, las autoridades de “arriba” mandaron a un “rescatista”, un especialista en rescates. Este hombre tuvo que meterse en la cápsula y durante unas horas compartir el infierno del pozo con los atrapados.

¿No crees que esa persona fue el verdadero signo de autenticidad de la “operación rescate”? Porque él fue enviado y se arriesgó a bajar a para salvar a los otros.

Pues bien, esa persona “especialista en rescates” puedes ser tú , el mismo que está ahora leyendo esta historia. Tú , que sabes de esa persona atrapada entre las ruinas de un matrimonio roto, ese otro que no ve sentido a su vida, aquel que se perdió en el pozo sin fondo del egoísmo. Sólo tú puedes ser ese que les hable de que existe un mundo de luz y color a pocos metros sobre su cabeza.

Tú eres el enviado “rescatista”, esa es tu misión: tratar de sacar a gente del atolladero, al menos traerle un mensaje de esperanza: ¡Se puede salir de aquí! ¡Este es tu momento, aprovéchalo!

Si sintiéramos tan hondamente el afán por llevar esa Buena Noticia, seguro que estaríamos más pendientes de nuestros prójimos “enterrados en vida” y más dispuestos a bajar y ofrecerles un plan para salir de allí.

El Señor que nos envía es el Jefe de Operaciones. La maquinaria para hacer el pozo la tenemos: Es el pre‐cursillo y las oraciones de la comunidad; la cápsula para subir también la tenemos : es el Cursillo y las oraciones de todos . El pos‐cursillo seguramente empezará dándole unas gafas especiales para que se acostumbren a tanta y tan poderosa LUZ.

Así que sólo nos falta bajar a la mina, decírselo a cada uno, tratar de convencerlos y rogar “a los de arriba” que tiren fuerte de la polea para que, “uno a uno” y por libre decisión, salgan del negro de la mina a la nueva vida de colores, la vida de la gracia.

En la salida del pozo había muchas cámaras de televisión de todo el mundo captando cada detalle de tan asombrosa operación. Pero ninguna logró captar la sonrisa de oreja a oreja de un Padre Dios que estaba enormemente feliz porque esos hijos suyos que estaban perdidos habían sido hallados, ésos que estaban prácticamente muertos habían vuelto a la vida.


Fernando Parra (Sevilla)

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