DON DE TEMOR DE DIOS.
El séptimo don del Espíritu Santo es el temor de Dios. No se trata de un miedo, ni distancia, sino el humilde reconocimiento de la infinita grandeza del Creador. Es temor a ofender a Dios, reconociendo la propia debilidad. Sobre todo: temor filial, que es el amor a Dios. El alma se preocupa de no disgustarlo, de "permanecer" y de crecer en la caridad (cfr Jn 15, 4-7).
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